En el verano del 2011 durante un viaje a Colombia, el diseñador de productos Álvaro Catalán de Ocón, fue invitado a formar parte en un atractivo proyecto enfocado en la reutilización de botellas de plástico (PET). De la inquietud inicial generada de esta experiencia, concluyó que la reutilización de botellas plásticas corresponde a una problemática de carácter global. Y en esas consideraciones, decidió desarrollar un proyecto que diese respuestas, desde el punto de vista del diseño, a este sinsentido mundial.
La manera de abordar este representativo problema de la era industrial fue a través de la paradoja idea de complementarlo con un antiguo y artesanal recurso: la tradición textil. Así, el proyecto consistía en reconvertir un objeto con una dramáticamente corta vida útil en un producto enriquecido con la cosmogonía de cada cultura.
Colombia, gracias a su enorme riqueza cultural, se mantuvo como escenario perfecto para desarrollar la primera fase del proyecto. Gracias al asesoramiento de Artesanías de Colombia y el patrocinio de Coca Cola, a lo largo de agosto de 2012 regresamos a Bogotá, donde llevamos a cabo un taller con artesanos del Cauca desplazados por la guerrilla.
El Problema
El punto de partida del proyecto es el problema creciente de residuos plásticos que invaden cada esquina del planeta. En muchos países no existen los medios adecuados de recogida y reciclaje de dichos residuos y en las zonas tropicales este problema se acentúa de manera especial. Las botellas de plástico PET se desechan al medio ambiente y las lluvias las arrastran hasta los ríos terminando en el mar. Una vez ahí, las botellas flotan a la deriva de las corrientes marinas, las que al cumplir una trayectoria en forma de espiral van arrastrando los desechos en suspensión hasta acumuarlos en medio de los océanos. Esta continua acumulación de residuos plástico ha generado en el océano Pacífico una inmensa isla, que ya supera la superficie de España, y que hoy es conocida como el “Séptimo Continente”.
Propuesta
Nuestra propuesta se basa en la reutilización como contrapunto al reciclaje. La botella PET tiene una vida útil muy reducida, que resulta escandalosa al considerar el esfuerzo que requiere para su realización. Sin embargo es uno de los productos más masivos de la tierra que se justifica únicamente por su incuestionable efectividad, precio y comodidad.
Conscientes que los alcances del proyecto no van a solucionar la totalidad del problema antes descrito, nuestro objetivo es concienciar sobre la validez que el objeto puede tener, evitando su obsolescencia después de unos minutos de su primer uso. Así, la adecuada intervención a la botella permitirá transformarla en un producto coherente, funcional y deseable que ofrecer al mercado.
Diseño
La base de nuestra propuesta de diseño es aportar a la botella PET una segunda vida, a través de concebir esta radical fusión entre uno de los objetos industriales más masivos con una de las tradiciones artesanales más arraigadas a la tierra y presente en cada una de las culturas.
La botella pasa de ser un contenedor de líquidos a lámpara de techo. Aprovechamos el tapón como elemento de fijación entre todos los componentes eléctricos y la pantalla, el cuello como estructura y el cuerpo como superficie sobre la que tejer. El principio del telar se reinterpreta, donde la superficie de la botella se convierte en la urdimbre sobre la que el artesano teje la trama.
De la misma manera que el “tracking number”, grabado en el cuello de la botella, nos habla de la primera vida de la botella informándonos de su producción, embotellado, mercado de destino, etc… el tejido que el artesano aplica nos cuenta su tradición a través de las fibras, colores y motivos mostrando parte de la cosmogonía de su cultura.
Visto desde la distancia, por su complejidad logística se trataba de un proyecto imposible. Sin embargo, gran parte de la magia del proyecto ha sido ver como un puzzle de infinitas piezas iba encajando hasta finalmente ser presentado al mercado por primera vez en la Feria del Mueble de Milán del 2013.
Inspiración
El punto de partida sobre cómo intervenir la botella surgió del análisis del removedor de bambú de la ceremonia del té de bambú japonés, ya que ambos objetos comparten muchos elementos en común: están compuestos por un único material y fabricados de una única pieza. Además, formalmente tienen un elemento estructural (el nudo del bambú) y una superficie lisa que se puede hilar. Tejiendo sobre esta “urdimbre”, la pieza adquiere y mantiene la forma deseada.
Analizando la botella como pieza industrial podemos leer en ella rastros de su proceso de fabricación, donde se evidencian las líneas de encuentro de los moldes, sirviendo como referencia horizontal y vertical para cortar e hilar la botella.